lunes, 6 de junio de 2016

El sueño del árbol (Sara Mañero Rodicio) (VERBUM)

Sara Mañero nos detalla en profundidad nuestros últimos años en Filipinas, llevándonos a un viaje donde retornar será lo mas difícil..... Algo de nosotros se quedará allí.

Leyendo un libro como este, me pregunto porque la historia siempre nos llega tan manipulada. Reescribir los episodios ha sido siempre un instrumento para imponernos aliados y enemigos según su conveniencia . No es adecuado que nuestras derrotas y la manera en que se produjeron lleguen a nuestros días, nos movemos a golpes de vanagloria y no nos paramos a pensar quien sale beneficiado de esta tergiversación. Se necesitan gestas para que ese orgullo no se sienta resquebrajado, ensalzar las grandezas olvidándose de nuestras miserias, resaltar nuestras hazañas aunque conlleven intereses espurios, no dándose cuenta, que cuanto mas se conozca menos tentados estaremos a repetirla. Es el caso de Filipinas, de lo poco que conocemos y de lo mucho que nos han ocultado.

José Rizal, Marcelo del Pilar y
Mariano Ponce (lideres del
Movimiento de Propaganda)
Nos habla de los últimos años de la que fue colonia española y la manera en que se perdió. Aunque era conocedor que se trató de una disputa contra los norteamericanos, pensaba que los filipinos habían obtenido su independencia, ignorando que los vencedores se asentaron allí, cambiando los nativos a unos por otros y para colmo en la segunda guerra mundial estuvieron bajo mandato japones, que ocasionaron una masacre de la que no se salvaron ni los propios españoles que aún quedaban. Y todo esto lo sé debido a la amplia información sobre esta contienda que me aporta este relato, la labor de documentación e investigación es excelente, no deja ningún cabo suelto, te da pelos y señales de lo sucedido (lugares, fechas, armamento, costumbres, comida, vegetación, ünguentos etc). Desde luego si alguien desea profundizar en ese período de nuestra historia tan ignorado y poco aireado, es imprescindible leerlo; si ademas, la trama que nos cuenta y como nos la cuenta, te calan de tal manera que los anhelos y desdichas de los protagonistas los percibes como tuyos, bien se podrá deducir, que la lectura de este libro ha sido un acierto sin paliativos.

Muestra estos acontecimientos a través de un niño que se traslada a Madrid, como otros tantos, a ganarse el sustento y comenzar una nueva vida lejos de su pequeño pueblo natal. Vamos creciendo con él, página tras página se evidencia como va madurando, casi siempre a base de desengaños o de comprobar, que hasta tu mejor amigo, te puede traicionar (toda la novela esperando una venganza). Su ilusión desde siempre era atravesar los mares y ver unos mundos que no estaban predestinados para él, había planeado todo para que su viaje a la capital fuera un transbordo y conseguir sus verdaderas intenciones. Por medio de un familiar realiza sus deseos y se embarcan hacia unos territorios convulsos, en plena revuelta armada, y a pesar de las penurias y dificultades a las que se ve abocado, se le quedaría impregnado de tal manera en el corazón, que su viaje de vuelta a España se convierte en una rémora continua de la que nunca pudo escapar.

Tanto se siente identificado con aquellas tierras, que en ocasiones advierte muy lejano todo lo que aquí dejó; con el paso de los años, la perspectiva era distinta “Mientras Arnaldo hablaba de su remota tierra, le pareció que no era suya la historia que iba contando”. Y si bien el personaje central, Arnaldo, que así se llama, nos inunda durante todo el libro, hay que destacar a los secundarios que en este caso son primordiales para su desarrollo. Sin el comedido y siempre condescendiente tío Fray Ismael, su confidente Fray Joaquín, el pérfido Pio, familia gallega, la filipina a la que considera hermanos y padre, carpintería, Regina, Mauro....no se podría cerrar el circulo de una novela que derrama nostalgia en unas Islas donde él seria el invadido.

Hemos dicho que a Arnaldo se le va definiendo con nitidez sus diferentes edades y la manera de comportarse en cada una de ellas, pero me gustaría destacar, al niño que vino desde el pueblo con su zurrón lleno de ilusiones -Pero yo no quiero sobrevivir. Me gustaría vivir. Y me da miedo no poder”. Creo que el perfil es muy autentico, ese chico que se extrañaba por todo, dócil, honrado, respetuoso, con ganas de comerse el mundo, pero sabiendo que las formas y la educación, son los que te van a abrir las puertas de un futuro a medio labrar. En la diáspora de los años 50-60 de los pueblos a las capitales, sucedía igual, la falta de cultura, se compensaba con la enseñanza de unos modales que se iban transmitiendo de una generación a otra, venían con “una mano delante y otra detrás”, pero con unas pautas grabadas que serian su modus operandi a modo de principios.

Habrá quien se sienta abrumado con la profusión de datos, en mi caso no es así, bien al contrario, soy lo bastante fisgón para que todas esas aseveraciones me resulten muy interesantes a la hora de hacerme una idea fidedigna de lo sucedido, cuantas mas mejor. Bien distinto, sin embargo, me sucede con la parte de la época actual, no me lo he llegado a creer del todo y el interesado personaje de Abra me “chirría” un poco.

Como en todo libro que bien se precie hay un romance. En este caso no hace falta decir nada para manifestarlo, esta ahí y ellos lo saben, sus silencios nos lo expresan todo y se dejan llevar por el tiempo “Arnaldo recordaba como Mandi le había colocado la mano sobre el pecho, sobre la frente, sobre la boca, pero no había soplado para dispersar en el viento su dolor.”

Ya en Filipinas ante las revueltas cada vez mas cruentas, me llamo la atención la actitud de los lugareños que tenían que abandonar sus casas y sus tierras, convirtiéndose en verdaderos nómadas en su país buscando otros lugares donde asentarse (nos suena verdad), esa resignación mariana sin ningún ápice de suplica, como sabiendo que es su destino inevitable y no pudieran rebelarse. “Cómo le veía perder su fuerza y aumentar su fiebre. Cómo supo que iba a perderlo incluso antes de entender que lo sabía. Cómo se le oscureció el mundo cuando Asang se fue...”

Los libros que nos detallan una historia real, y que ademas de entretener tienen como finalidad la de
instruir, para mi, tienen un valor añadido. Aprecio un buen libro que en unos momentos de inspiración haya sido concebido, pero esa tarea de informarse, comprobar, contrastar... que convierte al autor en un ser solitario, incomprendido, siempre ocupado, que le obliga a ir, venir, preguntar, bibliotecas, hemerotecas...y obsesionarse con la veracidad de los testimonios; hay que darle su merito. En este caso las revelaciones son tan completas, que dudo que Aguinaldo, Rizal, Bonifacio, Tinio, Del Pilar, Tratado de París, Gomburza etc. se me olviden fácilmente.

Esta bien escrito, ágil, directo, sin adornos; como escribí en otra ocasión, se ve que la autora conoce el oficio y el oficio la conoce a ella. Utiliza la palabra adecuada en cada momento, las expresiones se adecuan a la narración, el ritmo nos lo marca ella sin ningún “torrente” que lo descomponga, no hace uso de la “frivolidad lacrimógena” que tan fácil sería por los sucesos que describe y sabe como paulatinamente rociarnos con una historia absorbente y conmovedora que no quieres que termine.Cuando hasta el viento parecía desear su derrota.

Cuando te encuentras un libro como este, no solamente disfrutas en gran medida en el instante que lo estas leyendo, se puede extender a los demás momentos del día; trabajas de mejor humor, la monotonía no lo es tanto, y si alguien viene a amargarte la jornada, te acuerdas que te esta esperando Arnaldo. Sabes que al llegar a casa te vas a encontrar a una persona buena, esa que cuando se casó no engañó a su esposa diciéndola que la amaba, esa que con su ejemplo nos da fuerzas para valorar lo que tenemos, esa que sufrió solo, deseando lo que la persona que quería no le podía dar, y todo esto sin pedir nada a cambio, sin recriminar nada a nadie. Su infortunio estuvo lleno de ausencias, sus suplicas no fueron atendidas y su recuerdo no será en vano. Gracias Sara Mañero por cedernos este legado y dejemos a Arnaldo donde se encuentre... seguro que estará tallando una figura rodeado de “El sueño del árbol”.

Mi puntuacion es de 8 sobre 10.

LIBRO VÁLIDO PARA:                         JUNIO: MES DE LA NOVELA HISTÓRICA

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