jueves, 25 de mayo de 2017

Shirley (Charlotte Brontë) (ALBA)

Escrita por Charlotte Brontë. Se publicó después de Jane Eyre en 1849.

Si en el mundo de la literatura hay nombres que no se puede demorar más leer alguno de sus libros, estamos ante un caso clamoroso de ello; y lo escribe quien hasta hace menos de un año se encontraba en esa anómala situación. Confieso por tanto, que llevo descubriendo una época y un estilo que, sinceramente, nunca me había interesado mucho; no sabiendo lo que me estaba perdiendo.

Resulta difícil hacer una reseña de un libro que se habrá comentado miles de veces, con puntos de vista diferentes y opiniones para todos los gustos; así que, como aportar algo nuevo es tarea imposible, intentaremos reflejar las sensaciones que me ha producido y por ende los buenos ratos que me ha hecho pasar.

Nos cuenta, en tercera persona, la historia de dos amigas, con caracteres dispares y por ello dos maneras de entender la vida. Mientras en una (Caroline), prima la inteligencia, las ganas de instruirse y la sublevación callada de unas normas sociales en las que no se encuentra cómoda “...cuando el caballero de una familia lee, las señoras tienen que coser siempre. Caroline, querida niña, coja su bordado; puede hacer tres ramitos esta noche” -todo esto conviviendo con su tío: persona resignada a la soledad por deseo propio y por su animadversión al genero femenino después de una experiencia no muy positiva-. En la otra (Shirley) observamos un carácter fuerte, independiente, sin dejarse dominar, discutiendo sin ningún miramiento todos los temas y rechazando buenos pretendientes que no la satisfacían (quizá avalada por su dinero) “-Y yo me pregunto ¿en que sentido ese joven es digno de mi? - Tiene el doble de dinero que usted y el doble de sentido común; esta bien relacionado como usted y es igualmente respetable”.

Teniendo en cuenta esto la escritora, y como una actitud de enfrentamiento total a unas pautas de convivencia ascendería a la categoría de ciencia ficción, sabe combinarlo con ese punto mínimo de resignación, abnegación y conformidad en ambas, que el periodo requería.

En la parte masculina y con papeles secundarios, nos encontramos a todo un enjambre de individuos con unas personalidades muy marcadas, quedando siempre de manifiesto quien es el hombre y el rol que desempeñan en las decisiones importantes de la comunidad. En este punto me gustaría resaltar esta frase que se menciona y que considero importante: “Soy el señor Shirley Keeldar; ese debería ser mi estilo y mi titulo.”

Lo explicado en el párrafo anterior se refiere al comportamiento de las personas, pero nos detalla muy bien, las características de un tiempo. Nos lleva a los albores del siglo XIX, en plenas guerras napoleónicas (recuerdo que se escribió en 1848) con las consecuencias económicas y sociales que ello suponía. Así, debido a unas ordenes reales que prohibía el comercio con algunos países y las Americas, revierten de una manera muy negativa en la especulación. También nos describe la transformación de un entorno cuando las fabricas se van afianzando y las disputas muy severas de una población contra los protagonistas de estos cambios (ludismo). Modificar la mano de obra tradicional en novedosas maquinas capaz de quitar el trabajo a los operarios, nos tiñe de sangre (sublevaciones, incendios, asesinatos) un relato que era lo último que me esperaba, si bien son circunstanciales para el devenir de la trama.

Me gustaría destacar un detalle enlazando con lo anterior: a pesar de la brutalidad demostrada por esas gentes que no se conformaban con la perdida de su puesto en la fabrica y descartando los cabecillas de las revueltas que, como siempre, buscaban su interés personal, nos lo señala como hombres verdaderamente necesitados que no les queda otra opción. Para ejemplo de ello, un jardinero que con su extrema pobreza es lo suficiente orgulloso pera no perder su dignidad.

Describe a la perfección un ambiente rural con todas sus “jerarquías” . Esas relaciones entre familias que se conocen en profundidad, sabiendo por tanto todas sus singularidades, pero encargándose de disimular sus verdaderos pensamientos sobre ellas. Al hilo de esto, comentar el rechazo a Robert entre la población, además de por sus planes comerciales, por considerarle un extranjero.

Extensa novela. La dividiría en tres partes, que por su desarrollo, están claramente diferenciadas:

En la primera se trata de una obra donde predomina la descripción. Hace hincapié en explicarnos el contexto, en que momento nos emplaza, las peculiaridades de los residentes, contiendas, relación de la familia Helstone con los Moore y sus primeras aproximaciones, hostilidades... y un sinfín de detalles que nos hace ubicarnos de una manera muy veraz.

En la segunda destacan las situaciones. Aparece Shirley y se ven claramente los verdaderos posicionamientos. Destacan los acercamientos y las tesituras que dan lugar a diferentes estados de animo y a las continuas confusiones que toda novela de este tipo tiene que tener para jugar un poco con el lector y que no sea todo tan diáfano. Vemos unos comportamientos erráticos y un dolor tan intenso por no conseguir sus deseos, que derivan en enfermedad.

Por último, las determinaciones. “Hay que mojarse”; salen al exterior las decisiones que nos permitirá tener un final, no por esperado, menos emocionante.

Apuntar en el debe, dos alegaciones: Nos hace un poco de trampa al presentarnos un personaje esencial para el desenlace, en las postrimerías. No sabíamos nada de él, al menos en que trabajaba y que relación tenia con una de nuestras protagonistas; nos lo descubre como un hecho consumado y a mi me gusta ir descubriendo todo junto a ellos. La otra es, la no reprobación airada por una petición de mano basada solo en intereses económicos; como si del eximente “enajenación transitoria” se tratara, le exculpa de este proceder.

De esta autora, había leído “El profesor” y por ello me esperaba un libro con más mordiente, más incisivo en las exposiciones y en los diálogos. Pienso que se ha moderado (mejor así), aunque se atisba algo de esto principalmente en la figura de Shirley. A pesar de ello denota que no es una escritora que se resigne fácil a su papel como mujer y que utiliza su destreza para denunciar de un modo sutil o no tanto, lo que desea.


Me ha gustado mucho; no se me ha hecho largo a pesar de su número de páginas (752); valorarlo más, si cabe, al enterarme en que circunstancias lo escribió (morían tres de sus hermanos); perfiles muy conseguidos; crónica histórica siempre como complemento de la materia y no al revés; calidad literaria incuestionable; adorable Caroline asimilando su papel entre Shirley y Robert; giro del familiar aparecido: admisible por lo sorprendente; el hijo de unos vecinos ejerciendo de “celestina”: anecdótico pero divertido; ayuda a los indigentes como necesidad de lavar conciencias; hijas desesperantes de los Yorke; moralidad aparentemente intachable; disputas familiares; coadjuntores pueriles.... En definitiva, no dejes de leerlo.

Charlotte Brönte ya ha entrado en mi mundo y no la dejare salir tan fácilmente..

Mi puntuación es de 8 sobre 10.


De este libro, al igual que mi anterior reseña en este blog “Persuasión” (perdón por la omisión), se realizó una lectura conjunta y posterior tertulia en Facebook (Los libros de Carmen y amig@s).

domingo, 7 de mayo de 2017

Vía revolucionaria (Richard Yates) (ALFAGUARA)

Escrita en 1961, quedó finalista en la novela estadounidense del año. Sam Mendes dirigió una película con Leonardo Dicaprio y Kate Winslet en 2008, basada en ella y ambientada en 1955.

Si todos estamos de acuerdo que la convivencia y su rutina es una soga que poco a poco nos va apretando y que cuando más quieres liberarte de ella más sujeto estas; el poder contarlo y que sea verosímil o por lo menos te sientas identificado con ello, es tarea ardua. Si la aseveración de esta máxima es general; al estar formado por casos particulares cada uno con sus singularidades, nos puede desvirtuar y hacer pensar que nosotros estamos libres de esta atadura, no dándonos cuenta de lo que esta siendo nuestra vida hasta que, como pasa en esta novela, ya es tarde.

Nos cuenta como personas que tienen una comodidad asegurada, (economía saneada, familia, trabajo...), pueden ser victimas de esa “nada” que de vez en cuando nos invade, y ser atraídas, como si de un imán se tratara, a ese abismo emocional del que el peor enemigo eres tu, y que esa pérdida de interés en lo que te rodea, te haga desvirtuar una realidad por la que otros pagarían.

Existe en esta clase de libros un sentimiento de culpa basado en la no consecución de sus anhelos, y que al pasar el tiempo sea más difícil obtenerlos. Se autoinculpan severamente de algo que es común y que ellos interpretan como una desviación del camino que tenían marcado para realizarlo; no recapacitan ni asimilan que no necesariamente son objetivos alcanzables, al contrario, son pocos los que pueden lograrlos.

Es el tercer libro que leo en poco tiempo (Don DeLillo y Raymond Carver) de este tipo de escritores en los que una vez acabado, siempre te queda un poso de amargura, por comprobar en detalle unos comportamientos que se han dado en llamar del “ciudadano medio americano de los años cincuenta”, pero que se puede hacer extensivo a muchos de nosotros y en los momentos actuales. Ese vacío que experimentan, es algo universal y que no tiene fácil solución; es una tesitura cuyo origen se encuentra en nuestro interior y que nadie nos ha enseñado a remediarla ni hay medicamento que la neutralice. No sé si estamos hablando de una pérdida de valores, unos principios desgastados, o unas ambiciones desmesuradas; pero lo que sí es en todo caso, una pugna consigo mismo en la que siempre hay un perdedor.

Esta generación de autores que se ha dado en llamar “Realismo sucio” (no me gusta nada el término), o a este escritor en concreto de la “Era de la ansiedad”, nos presentan a sus personajes con muchos elementos comunes (infancias difíciles, problemas de alcohol, familias desestructuradas, infidelidades, aislamiento, incomunicación...) y es verdad que nos transmiten con todo lujo de detalles unas conductas vistas siempre bajo el prisma de un análisis psicológico muy critico; nunca son actos reflejos, siempre tienen que ser estudiados meticulosamente por un filtro que en la mayoría de los casos es muy cruel. “Le deprimía pensar en la cantidad de energía que había desperdiciado, a lo largo de los años, adoptando la abnegada postura del que siempre pide disculpas.”

Concretando en el libro, tenemos a una familia viviendo en una buena urbanización, una casa agradable, dos hijos, vecinos amigos...etc. Todo con unos tintes de normalidad exterior que se quedan hechos trizas cuando vas avanzando y compruebas que son ellos los que poco a poco van deteriorando esa aparente calma. La disección interior de la que hablaba anteriormente, es la que hace que se forme una barrera entre el matrimonio, llegando al hastío y por consiguiente a una cohabitación insufrible. “—Y aunque lo supiera —dijo April—, me temo que no serviría de mucho porque, ya ves, yo tampoco sé quién soy”.

Las ganas de cambiar por parte de ella (quiere irse a vivir a Europa), se pueden interpretar como un deseo de huir; ¿huir de que?. Creo que si se lo preguntásemos a ella (April Wheeler), tampoco obtendríamos respuesta. Es esa sensación que necesitas cubrir un hueco y no sabes con que. Su infancia difícil la sirven de lastre para una comunicación constructiva, siendo cada vez mas complicado pretender ahondar en su verdaderas intenciones. Todo ella es un enigma donde la confusión y el desequilibrio campa a sus anchas. “¿Qué? ¿Me dejarás? ¿Qué se supone que es eso, una amenaza o una promesa?”

En cambio en él (Frank Wheeler), sí que en un principio, se puede interpretar que ve las cosas desde un punto de vista más positivo. Acepta irse a Europa simplemente porque ella se lo pide y es en ese momento cuando en verdad empieza a valorar lo que tiene y que antes le había parecido banal; así, su monótono trabajo lo admite como mal necesario y sabe que tiene que cuidarlo. Después vemos que se vuelve reflexivo en exceso, aparece la frustración y por último unos remordimientos que llegan tarde... Se convierte en espectador de su propia vida.

Me ha gustado mucho; nos muestra de una manera magistral los pormenores de unos episodios a los que dedica mucho tiempo. Así a modo de ejemplo, en una discusión sabemos la manera de pensar de los litigantes; quien va ganando la “disputa” e intentar corregir ese “resultado”. O las cavilaciones del trabajo, en lo referente a sus compañeros o a una secretaria con la que le es infiel a la mujer.....muy bueno. “Su cuerpo delgado y gris, que parecía estar hecho únicamente para llenar los requisitos mínimos de un traje cruzado de mala factura”

Me gustaría resaltar la sensación que me produce este relato entre el lector y nuestros protagonistas: El autor se encarga de establecer una separación casi física. Si en algunos libros nos llegamos a identificar con los personajes, acercarnos a ellos; aquí sucede lo contrario; como si existiera un cristal intermedio; ellos son parte de la historia y tu estas percibiéndolo desde el exterior y no te puedes aproximar ni de una manera afectiva; parece que estuvieras viendo una obra de teatro en la que no se te permite interaccionar.

Richard Yates; ética y moral interpretadas a su manera, prosa directa con mucho contenido, sin adornos, detalles nimios, las palabras caen como rayos pese a quien pese —De eso nada. Tranquila. Para qué molestarse. No mereces que me tome la molestia de pegarte. No mereces la pólvora que haría falta para hacerte volar por los aires. Estás totalmente vacía…”, no hay recato, no hay prudencia al decirnos lo que desea... Estuvo olvidado durante muchos años y se están volviendo a editar sus obras; creo que hay que leerle para saber la injusticia a la que se le estaba sometiendo.


Mi puntuación de de 8 sobre 10.